miércoles, enero 03, 2007

LA EJECUCIÓN DE SADDAM

Como un espectáculo sórdido y grotesco las imágenes de CNN y de la web entre otras muchas festinaban el asesinato del ex Primer Ministro de IRAK Saddam Hussein, quien fuera ahorcado en medio de los insultos mas bajos por parte de sus encapuchados verdugos. Al condenado, en medio del cadalzo se le observó íntegro, aferrado a su fé musulmana, en su mano el Corán y sus últimas palabras Alá , Alá... en medio de la alegría frenética de sus asesinos.Fué un verdadero linchamiento internacional.
En ese instante me imagine si así fueron asesinados nuestros compañeros en tiempos de la Dictadura de Pinochet, sin un juicio justo, tal vez ametrallados, tal vez degollados, tal vez arrojados al mar mientras le habrían el vientre con un corvo, tal vez ahorcados en medio de la alegría frenética de los soldados o policias del Estado Chileno encargados de ejecutarlos. Se trata de exactamente lo mismo, tal vez que ahora lo veíamos casi en directo por la nueva tecnología que a través de móviles celulares , son capaces de grabar y mostrar imágenes a través de internet. Así nos llevaron a domicilio el horror, lo peor de todo, el infierno en la tierra representado por Estados Unidos de América y sus tropas de ocupación con sus títeres Iraquíes encapuchados, verdugos, asesinos de la peor calaña.
Por lo mismo me resultan repulsivas e indignantes las declaraciones del "Portavoz" de las Fuerzas de EEUU en Irak, William Caldwell, quien criticó hoy los procedimientos de ejecución del ex Presidente Iraquí, negando cualquier vinculación de EEUU con los sucesos que ocurrieron durante el ahorcamiento. El " responsable" de las tropas yanquis declaró " si Saddam llega a estar en nuestras manos habríamos actuado de otra forma, distinta a la del Gobierno Irakí". En primer lugar, de sus propias palabras se desprende que los asesinos de Saddam fueron agentes del Estado, y específicamente del Gobierno Iraquí, quienes ejecutaron a Saddam. Además resulta inverosimil pensar que el actual gobierno Iraquí no es mas que uno títere de los EEUU, y quienes retuvieron a Saddam hasta entregarlo a los asesinos agentes del Estado Iraquí, fueron las tropas norteamericas , que en una cifra superior a las 184.000, sin contar a los mercenarios y sus "aliados", que suman mas de 100.000, son los únicos únicos que sustentan al ilegítimo e ilegal Gobierno de facto, que no me cabe la menor duda caerá irremediablemente una vez que los ilegítimos invasores se retiren o sean expulsados por la Resitencia de Irak.
Las imágenes degradantes que nos regaló George Bush a todos los seres humanos en las fiestas de fín de año sólo nos pueden hacer pensar que el "Imperio del Mal" no se encuentra ni en Irak, Irán, Afganistan ni en Corea del Norte ni todos los países y pueblos que hemos sido víctimas de EEUU, como han sido los más de 600.000 iraquíes asesinados por Norteamericanos e Ingleses en su propio país.
Sin pretender defender a Saddam, no mereció ese final, como ningún ser humano.
De todo lo malo, me quedo con la dignidad de un pueblo que mas temprano que tarde se liberará del yugo opresor de las autodenominadas " Tropas de Ocupación".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En realidad, la alegría frente a la muerte de cualquier persona es repudiable, tanto la que tu mencionas como la de los chilenos que "celebraron" la muerte del ex Presidente Pinochet.

Mario Méndez Allendes dijo...

Coincido con lo de que la alegría ante la muerte de cualquier ser humano es repudiable, aunque los contextos de ambas muertes no son comparable en lo mas mínimo. Es cierto que un sector de la ciudadanía de nuestra patria celebró, pero creo que a causa de que en Chile nunca se hizo justicia en los casos de violaciones a los Derechos Humanos y actos de defraudación fiscal en que estuvo involucrado el ex Dictador Pinochet, en Chile no hubo justicia.
En el caso de Saddam se trata de una ejecucíon sumaria,expuesta ante todos los ojos del mundo, con un Juicio cosmético, donde fueron asesinados 2 abogados defensores de Saddam y un Juez que le encontró razón en algún aspecto de su defensa, en medio de la invasión de tropas extranjeras las que retenían al inculpado.

Mario